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Acompañamiento y contención contra las adicciones durante la cuarentena

El trabajo con personas que sufren problemas de consumo de todo tipo de sustancias sigue funcionando en distintos centros de asistencia. Las organizaciones sociales mantienen sus esfuerzos desde una lógica comunitaria para que los tratamientos continúen, dado que la situación actual acentúa estas problemáticas. Estefanía Fernández, de Vientos de Libertad y del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), describió para Barricada TV cómo es el trabajo que hoy en día realizan en las seis casas y en los 26 centros de todo el país que coordinan.

«Actualmente son seis casas comunitarias, cinco de varones y una de mujeres, disidencias y niñes», enumeró Fernández. En ellas, las internaciones siguen día a día, aunque con limitaciones en relación a la circulación de personas, por obvias razones. Así, se acondicionaron espacios de aislamiento en cuatro de las casas.

Para Fernández, se trata de «una problemática vieja, que en este contexto se potencia». Es así que la cuarentena le imprimió a los tratamientos más dificultades. «Empezamos a escuchar de pibes y pibas en proceso, que quizás están a punto de finalizarlo, y que tienen miedo de irse», agregó. Es que la vuelta a lo cotidiano después de un proceso de recuperación en el contexto actual dificulta la inserción en el barrio, aparece la falta de trabajo y otras complicaciones como la falta de vivienda. Por eso Fernández aseveró que no alcanza con dejar de consumir sino que hacen falta proyectos de vida.

En tal sentido, el consumo debería tomarse como un problema más integral, en el que, según sostuvo Fernández, también tendrían que involucrarse el Ministerio de Vivienda y el Ministerio de Trabajo. «Para poder tener un proyecto de vida no alcanza con venir a una de las casas de ´Vientos´ y hacer un tratamiento. Se necesita poder acceder a otros derechos», explicó.

Si bien existe la asistencia estatal, esta es insuficiente. «Como siempre las organizaciones sociales salen a dar las respuestas que el Estado no puede dar», sentenció Fernández. Y sumó: «Lo que exigimos y vamos a seguir exigiéndole al Estado es el fortalecimiento de los espacios que ya existen para poder brindarle una mejor calidad de tratamiento a los pibes y a las pibas».

Otra de las dificultades que sumó el aislamiento social es el de la imposibilidad de las visitas de los familiares, quienes dejaban la medicación y los víveres en las casas. Ante este obstáculo, «Vientos se hizo cargo», sostuvo Fernández. Esto implicó más recursos y más esfuerzos. Y desde lo personal, muchos jóvenes hasta consideraron el abandono de sus tratamientos por la lejanía que implicó la suspensión de las visitas. En este sentido, se reforzó la comunicación con los familiares, aunque también se recomendó evitar el exceso de información para no sumar más ansiedad e incertidumbre.

Hoy las casas siguen trabajando, con menos trabajadoras y trabajadores en los espacios, pero se mantuvieron las actividades recreativas. Se sumaron más viandas y se implementó el reparto de tuppers con comida. Y ante la posibilidad de que surjan casos de recaídas o episodios de abstinencia, la contención psicológica se brinda de forma presencial cuando es posible o por vía telefónica cuando sea necesario.

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